En esta nueva entrada de mi diario de navegación os explicaré cómo, una vez recuperada la normalidad, mi capitana y yo nos estamos enfrentando a este trabajo en equipo.
Como ya os comenté en la entrada anterior, trabajamos juntas durante 5 años. En ese tiempo tuvimos la oportunidad de aprender la una de la otra y de conocer nuestras fortalezas y nuestras debilidades, juntas y separadas. Afortunadamente, no nos parecemos prácticamente en nada y es esa diferencia la que nos convierte en complementarias.
Lena es alondra y yo soy búho, tanto en nuestras vida privada como en nuestra vida profesional. Ella es siempre la primera en entrar en la plataforma, leer el contenido del módulo y ponerse manos a la obra con la tarea. Suelo recibir un mensaje el martes a media mañana en el que me comunica que ya está trabajando en el proyecto y que me hará llegar un primer borrador esa misma noche. Es entonces cuando yo termino de desperezarme y se me pasan las horas revisando sin darme cuenta, muchas veces doy por finalizado el trabajo a las tantas.
Es al día siguiente cuando empieza el auténtico trabajo en equipo. Soy una gran amante de las tecnologías y de las herramientas participativas así que propuse, ya en la primera tarea, que utilizáramos las oportunidades que nos brindan Google y sus aplicaciones Drive y Docs. Compartimos una carpeta en la que mi capitana cuelga el primer borrador, y a partir de ahí empieza un trepidante trabajo de revisiones, comentarios, sugerencias, aclaraciones, mensajes de móvil, llamadas y correos electrónicos que, el viernes por la tarde, nos permite disponer de un documento final con el que iniciar la segunda fase de la misión, la parte creativa en la que enseñamos nuestros avances a través de las herramientas propuestas (Blog, Facebook, Twitter y Genially). En este punto, el reparto de tareas se invierte, soy yo quien realiza un primer borrador y Lena quien lo revisa y propone alternativas o mejoras.
En cuanto a este proyecto en particular, el hecho de que ambas hayamos trabajado (aunque no a la vez) en el Instituto de la Mujer de la CAIB (IBD por sus siglas en catalán) nos ha sensibilizado en relación a determinados temas, entre ellos las consecuencias que los divorcios conflictivos pueden acarrear para los menores implicados. Conocemos, además, a personas que han realizado estudios especializados en mediación familiar y tenemos excompañeros de estudios (somos licenciadas en derecho) que desarrollan sus carreras profesionales en contacto directo con la administración de justicia. Por todo ello, no nos es ajena ni la congestión que padecen nuestros juzgados y tribunales, ni tampoco los enormes beneficios que supone la incorporación de la figura del mediador a nuestro sistema. Por eso, no fue difícil decidir que nuestro proyecto debía estar relacionado con la mediación familiar. Posteriormente, mediante una tormenta de ideas, elaboramos una lista de proyectos estratégicos y, como podéis ver en nuestra primera tarea, utilizando la herramienta de selección de proyectos por criterios ponderados seleccionamos el proyecto ganador: una experiencia piloto que consiste en la creación de una oficina de información sobre mediación familiar en sede judicial (en adelante, OFIMF).
Finalmente, una vez redactada el acta de constitución de nuestro proyecto, hemos escogido una plantilla de Genially para presentar el resultado final que creemos que aúna claridad y originalidad y que encaja perfectamente en la temática del curso.
La MaRa2.0 ha llegado a la Luna y éste es el resultado:
Hasta la próxima misión.
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